El pie cavo es un pie que presenta una bóveda plantar más excavada de lo normal. Su empeine es más prominente y si no se realizan acciones preventivas, habitualmente termina generando la presencia de dedos en garra.
Uno de los principales problemas del pie cavo es que el apoyo se basa exclusivamente en dos únicos puntos de apoyo: la zona metatarsal (debajo de los dedos) y la zona del talón, cuando el apoyo correcto de un pie es apoyar en la zona lateral externa del pie, además de en las dos zonas anteriores. Es frecuente que en el pie cavo aparezcan zonas de callosidades y metatarsalgias (dolor en la zona detrás de los dedos) por el aumento de carga mantenida a la que se ve sometida esta zona del pie.
A nivel de la planta del pie, en un pie cavo se produce un significativo aumento de la tensión que se genera en la fascia plantar (tejido que va desde las cabezas metatarsales hasta el talón). Esta tensión mantenida suele generar patologías como las fascitis plantares y los espolones calcáneos.
El tratamiento ideal para minimizar la aparición de lesiones es la realización de una plantilla personalizada que consiga repartir de forma homogénea la carga recibida en el pie y destense la fascia plantar.
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