Este método de crianza invita a los padres a buscar qué hay detrás de la mala conducta de los jóvenes, ya que muchas veces es su forma de pedir ayuda, aunque no lo digan explícitamente. Es importante conseguir una conexión saludable con ellos y un equilibrio entre la autoridad y la permisividad.

Muchos padres y madres creen que deben controlar a sus hijos adolescentes exactamente como lo hacían con ellos cuando eran niños. Les castigan, sermonean, chantajean… Actúan de esta manera porque acreditan que es lo que se debe hacer, por eso de: “Soy tu padre-madre, no tu amigo”. Sin embargo, según los expertos, la disciplina positiva defiende que los progenitores deben abandonar los estilos demasiado autoritarios o permisivos por otros donde la relación sea horizontal entre adultos y adolescentes, con respeto mutuo, y donde se enseñan habilidades de vida a los chicos, es decir, a buscar soluciones para sus problemas sin esperar ser rescatados por sus padres.


 Este método es una filosofía de vida que invita a los adultos a aprender y a desarrollar habilidades con sus hijos para trabajar la empatía: Para eso, es necesario trabajar nuestro autoconocimiento; los padres necesitan hacer un trabajo interior para poder ayudar a los hijos a hacer este aprendizaje de habilidades, ya que, a veces, sale el grito de manera automática. Y hay que entender por qué se reacciona así, buscar las causas de la ira.

Al educar al niño se buscan soluciones cuando surge una mala conducta o un problema como un mal desempeño escolar, un objeto de alto valor que se ha roto por culpa del menor, un exceso de horas dedicadas a las pantallas… La realidad es que, en la actualidad, han proliferado talleres para padres, madres y educadores de niños y niñas en edad escolar, pero lo que todavía no es tan conocido es que este método puede ser igual de válido para educar a las personas adolescentes.

La disciplina positiva se integra en todos los contextos, sirve para niños, adolescentes y también, por qué no, para adultos. Esta filosofía ayuda a los padres a acompañar a sus hijos en el proceso de cambio de forma que puedan abonar el terreno para que se sientan escuchados, sin necesitar humillar a los demás y a colocar el foco en las soluciones.

Efectivamente, muchas veces los progenitores quieren que sus hijos hagan exactamente lo que ellos desean, pero los chicos tienen otra idea y quieren ser escuchados. El resultado es que los chicos se alejan de sus padres, acreditando que no son comprendidos y que no hay empatía.

Los adolescentes están en un momento muy especial de su desarrollo: Esta etapa es el renacimiento. Tienen que posicionarse en el mundo. Están en proceso de construcción humana. Hay que respetar la necesidad de separarse de la familia que tienen las personas adolescentes.

La disciplina positiva invita a buscar lo que hay detrás de una mala conducta, ya que muchas veces es su forma de pedir ayuda a los adultos: Aunque no diga nada y parezca que quiera estar solo, es importante que sepa que sus padres estarán siempre a su lado. Además, es importante dejar claro a los chicos que cuentan con la confianza de sus padres: El adulto debe abandonar el miedo y ser honesto con la persona adolescente. Buscar la honestidad emocional, en lugar de controlarle, confiar en lo que toda la familia ha trabajado durante todos los años de crianza que lleva junta.

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