La tensión alta y su relación con la sal.

La tensión alta y su relación con la sal.

¿Tensión alta? Usa menos el salero y te recomendamos estos alimentos.

 

Evitar la sal es la primera recomendación dietética que se hace a las personas diagnosticadas de hipertensión, pero igual de importante es incluir en el menú diario alimentos con demostrados efectos beneficiosos sobre la presión arterial.

 

De acuerdo con las guías nacionales e internacionales sobre esta enfermedad, se considera que una persona tiene hipertensión (HTA) o tensión alta cuando su presión sistólica (la alta) está entre los 130-139 mmHG y la diastólica (la baja) se encuentra en el intervalo 80-89 mmHG. .

 

Menos sodio y más potasio.

 

Se recomienda reducir la ingesta de sodio a menos de 2/g. día (lo que equivale a 5 g. de sal), con el fin de reducir la presión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular, ictus y cardiopatía coronaria. “No obstante, el límite ideal es de una cantidad menor a 1,5 g. de sodio al día para la mayoría de los adultos, especialmente para los que padecen hipertensión. Incluso una reducción de esta cifra a 1 g. al día de sodio puede mejorar la tensión arterial y la salud del corazón”.

Además, en las personas con hipertensión, diabetes o enfermedad renal crónica, debe aumentarse la ingesta de potasio (aproximadamente 4,7 g. al día) y limitarse el consumo de alcohol.

 

Se sabe que los alimentos ricos en potasio ayudan a eliminar más cantidad de sodio a través de la orina y también favorecen la relajación de los vasos sanguíneos, reduciendo la presión arterial. Uno de los alimentos más ricos en potasio es el plátano, con la ventaja de que, el tipo de potasio presente en este alimento resulta especialmente eficaz para reducir la presión arterial.

 

La importancia de los lácteos.

 

Es habitual que en las recomendaciones dietéticas dirigidas a los pacientes hipertensos figure el consumo de lácteos. El porqué de esta indicación: “Los productos de origen lácteo contienen, encriptados en sus proteínas, péptidos de acción inhibitoria sobre la enzima convertidora de angiotensina (ECA) y que, en consecuencia, son capaces de ayudar a disminuir la tensión. Diferentes estudios han demostrado que la ingesta de estos péptidos es capaz de reducir la presión arterial de manera significativa, tanto la sistólica como la diastólica.

 

Grasas sí, pero no todas.

 

Una dieta rica en grasa, pero de tipo monoinsaturado (presente en el aceite de oliva, las nueces, el aguacate…), puede ayudar a controlar la tensión.

Es, por tanto, el tipo, y no la cantidad de lípidos, lo que hay que tener en cuenta cuando hablamos de grasa e hipertensión, al margen del efecto que la dieta rica en grasa puede tener como factor de riesgo de obesidad. Respecto a esto, está claro el efecto hipertensor de una ingesta alta en ácidos grasos saturados y de ácidos de tipo trans, mientras que las dietas ricas en ácidos grasos insaturados parecen mejorar las cifras de presión arterial, especialmente por su efecto a nivel endotelial.

 

Remolacha y calabaza.

 

Ahora que llega el verano, aumenta el consumo de frutas y verduras, esto supone una de las mejores elecciones en el menú del hipertenso ya que, ha sido ampliamente estudiado que las dietas ricas en potasio, calcio y magnesio, en poliinsaturados y antioxidantes y bajas en sodio y grasas ayudan al control de la presión arterial. Concretamente, en el caso de las verduras, se trata de componentes importantes de una dieta equilibrada debido a su importante contenido en vitaminas y minerales.

 

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